El Pequeño Gran Paraíso para cerca de trescientas personas: El Ixtete

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Mucha gente lo tiene como una fuente inagotable de trabajo y el único sustento para su familia

En una visita que hiciéramos al relleno sanitario “El Ixtete” de esta capital, nos pudimos dar cuenta que es una fuente inagotable para más de doscientas setenta familias, que viven de lo poco o mucho que puedan encontrar de entre la basura.

Es un fuerte olor a gases que emanan de la descomposición de miles y millones de productos perecederos, como desperdicios de comida, frutas y verduras descompuestas y otras tantas cosas que tiene como destino final este lugar.

Entre los “pepenadores” se pudo constatar que hay de todo tipo de personas, que van desde amas de casa, jóvenes, adultos que se dedican a separar los cartones, los envases de plástico de diferentes productos, conocidos como pet; otros recogen el fierro, otros más los alambres de cobre y así se encontró con un gran número que entre cánticos dedican su vida en la recolección de basura para reciclarla.

Nos encontramos con Don Santiago Pérez Martínez, un exmaestro, que después de su jubilación se ha dedicado a la recolección de pet y todo lo que se encuentre en “buen estado”, para poder llevar el pan a su casa. Además de ocupar una parte de su tiempo en el mercado de Abastos, también tiene su “plaza” en el relleno sanitario.

Comenta Don Santiago, un viejecito que apenas puede con una gran bolsa llena de envases de plástico, que tienen la esperanza que en la CNOP les van hacer algo para poder ayudarlos y que ven en el depósito de basura un “pequeño gran paraíso” que Dios les dio para poder trabajar y tener de donde vivir.

Alguien de los que se encontraban por ahí, nos dijo que son alrededor de doscientas setentas personas entre hombres y mujeres los que de manera permanente tiene “algo que hacer” en este lugar, tiene la destreza de sacudir y escudriñar la basura para encontrar “algo que nos sirva y poder venderlo para sacar el día”.

El lugar apesta, pero los que ahí “trabajan” dicen estar ya acostumbrados, pero es lugar para que decenas de perros y hasta un par de caballos ocupen ese lugar para buscar y encontrar un mendrugo de comida.

Los camiones no dejan de llegar, y así como llegan rápido descargan el elemento esperado por las personas que alegres, entre cantos y silbidos se apuñan a desbaratar las bolsas y los cartones y luego de dejar la basura se van a recolectar más.

Por Pedro Amparo Medina

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