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PROPUESTA VS PROTESTA: LAS 4 CONDICIONES DE LÓPEZ OBRADOR

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Alfredo Castañeda Vázquez

Analista político

Andrés Manuel López Obrador vuelve a la escena política nacional de la manera en la que mejor le agrada. Experto en la toma de calles, manipulador de masas, teórico del complot y hábil como pocos para construir el caos de la nada, apuntala su movimiento social nuevamente hacia el terreno en donde no se deciden las cosas.

La anunciada reforma energética –que dicho sea de paso, va más allá de PEMEX- le ha dado a el ex candidato presidencial de las izquierdas el pretexto perfecto para comenzar a agitar a sus huestes e hilar un perverso discurso de oposición a una reforma que aún no existe ni siquiera en borrador inicial. Lo que sí existe es una iniciativa presentada por el PAN y dos iniciativas anunciadas, la del PRD y la del Gobierno Federal-PRI.

Es cierto que existen sectores de la sociedad mexicana que están a favor de la privatización de la renta petrolera –no tanto de PEMEX como empresa- y apoyarían con todos sus medios al alcance para que el petróleo mexicano quedara en manos de particulares. Es cierto también, que existe un amplio sector que se opone a esta medida y pugna porque el Estado mantenga la rectoría del sector energético y se modernice la industria sin entregarle la ganancia al capital privado.

En eso consiste básicamente el debate sobre la reforma energética en el seno del Pacto por México, constituido como el espacio de diálogo, debate y búsqueda de acuerdo entre los principales partidos políticos –que aceptaron voluntariamente ser parte del Pacto- que mantienen una importante representatividad en el Congreso y que representa el espacio institucional en donde forzosamente se habrán de procesar los cambios.

Los partidos satélites de AMLO, que responden incondicionalmente a sus posicionamientos, decidieron en ejercicio de su derecho no formar parte de la propuesta y mantenerse de lado de la protesta. Desde lo torcido de su imaginario social rechazan sistemáticamente todo aquello que no surja de la voz de su guía moral. La convocatoria a un acuerdo nacional sólo es válida si ellos son el núcleo aglutinador. Su visión egocéntrica les impide ver los avances que se lograron en materia de telecomunicaciones y competencia o en el caso de la reforma educativa. Y nuevamente se inclinaron por la protesta.

 

La última puntada de López Obrador fue la de lanzar un ultimátum al PRD para condicionar las acciones de protesta frente a los intentos privatizadores; contra los cuales el Partido de la Revolución Democrática ha sido enfático y reiterado en manifestar su posición en contra de la entrega del petróleo. El tema nos uniría y permitiría ejercer una gran presión por distintos flancos para evitar el desfalco al pueblo de México, pero el Peje ha decidido nuevamente actuar como dueño absoluto de la verdad en la torcida realidad que vive.

De las 4 condiciones que plantea, tres de ellas ni siquiera merecen respuesta. En su afán protagónico la ceguera –o ignorancia- no le permiten darse cuenta que el PRD desde hace tiempo y sin que mesías lo ordenara, ya definió claramente su posición respecto a los temas que alude: 1.No a la privatización de la renta petrolera, 2. No a la reforma del artículo 27 constitucional, y 3. No al aumento de los impuestos, no al IVA en alimentos y medicinas.

Tal vez sus asesores –si es que tiene y los escucha- deberían de informarlo para impedir este tipo de resbalones discursivos. De paso, alguien tendría que recordarle a AMLO que ya está fuera del PRD y aquellos tiempos en los que nadie le decía que no a nada, han quedado en su pasado reciente. Que le recordaran que cuando decidió no asistir al primer debate en 2006 hubo quienes le dijimos que no era una buena estrategia. Que cuando decidió tomar reforma también hubo quienes le dijeron que no lo hiciera. Quienes no avalamos esos hechos –que el tiempo demostró que fueron incorrectos- caímos de su gracia y nos convertimos automáticamente en aliados de sus fantasmas.

La primera de sus condiciones resulta por demás absurda e históricamente impertinente. Pide que el PRD abandone la mesa del Pacto por México porque en su cabeza no cabe la idea de que en este país las fuerzas políticas puedan dialogar y alcanzar consensos. En el manual de su política en desuso, la protesta es la primera y única vía de acción y lo debe de seguir al pie de la letra. La idea de que en la política mexicana algunos actores se pongan de acuerdo sin su permiso es simplemente imposible… alta traición al pueblo!

Que diferente hubiera sido para el presente de México escuchar a López Obrador poner como condición participar en el Pacto. Pugnar por ser escuchado, llevar su voz a la mesa del diálogo… no quedar fuera del momento histórico e incidir en el resultado. No; eso significaría compartir la gloria con los rivales y la destrucción del discurso de la confrontación. Imposibilitar la protesta.

Cuando AMLO participó en el programa de Tercer Grado de Televisa el año pasado, cerró su participación afirmando: “Tenemos que establecer nuevas reglas para una convivencia en armonía… para lograr la gran transformación que México requiere”. Las nuevas reglas llegaron… Pero nuevamente decidió quedarse fuera de ellas y apostar a seguir alimentando su tradición derrotista.

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