Buenas Noticias: Alimentar al Necesitado

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Mientras tenga manos, voy a seguir ayudando” dice doña Chole.

Por Georgina A. Medina Castro

Vivimos rodeados de malas noticias. Todos los días nos enteramos de lo malo que sucede en nuestro entorno, pero en DOMINIO PÚBLICO creemos que lo bueno también es noticia. Por eso nos dimos a la tarea de encontrar a esas personas, a esos héroes cotidianos que pasan desapercibidos ante la opinión pública, pero que son ampliamente reconocidos por quienes han tenido contacto con ellos.

En este ambiente enrarecido por la violencia y ante la difícil situación económica que se vive en Nayarit, para algunos puede sonar increíble encontrarse personas de buen corazón dispuestas a sacrificar horas de su vida por darle un poco de alegría a los demás; gente que se dedica a ayudar a otros sin recibir mayor recompensa que las sonrisas, abrazos y demostraciones de afecto de quienes han recibido su cálida ayuda.

Ese es el caso de la señora María Soledad López Ortiz, quien junto con su familia y amigos de la iglesia católica llevan más de 25 años visitando y dando de comer de manera gratuita a laspersonas que día a día acuden desde las más remotas comunidades del estado a atenderse a los Servicios de Salud de Nayarit en el hospital general de Tepic.

“En primer lugar tenemos visitando a los enfermos como 25 años, después viendo la necesidad que hay y viendo que a veces nos pedían para un café, para una tostadita o algo para cenar porque íbamos a visitarlos en la tarde entonces le dije a mi madre que porque no les llevábamos algo, por lo que optamos por llevar primero un pan y atole, y así, con ayuda del sacerdote, empezamos con la labor de llevar comida”, comenta Doña Chole, como la conocen sus familiares y amigos.

Con una muy bien organizada estructura de trabajo, esta familia realiza su labor altruista; llevando la comida al Hospital Civil de Tepic los miércoles y sábados, mientras que los martes, viernes y parte de miércoles y sábado se dedican a trabajar en la obtención y preparación de los alimentos.

Para obtener los alimentos, todos los martes visitan los mercados de la capital nayarita donde consiguen verduras, pan, carne, frutas y otros productos; pues los propietarios ya las conocendebido a que como parte de su gran labor,han involucrado a los comerciantes quienes son sensibles a participar en este trabajo de caridad y ayuda humanitaria.

“Yo te doy bolillo, yo te ayudo con azúcar, yo te doy un kilo de esto, yo te doy un kilo del otro y así empezamos, pero siempre de a kilos, de poquito a poquito como las hormigas”, dice con gratitud al recordar la ayuda que recibe de vecinos y comerciantes.

Cuando empezó con esta ardua labor,doña Chole sólo contaba con unas pocas ollas y todo se preparaba en un rinconcito del patio de su casa, cocinado en un improvisado anafre que funcionaba con leña, la cual recogía de la calle o de los palitos que encontraba en sus visitas a los mercados. “El chiste era llevar algo que me sirviera para trabajar, porque teníamos que llevarle de comer a la gente”, dice.

Entre el ruido producido por las ollas y los cuchillos, los ricos aromas de la comida en cocción, y la amena charla de las amas de casa que participan en la cocina;el tiempo pasa volando. Mientras platicamos sobre la noble tarea que durante años han llevado a cabo, no dejo de admirar su optimismo y perseverancia. Hablar con estas señoras transmite paz interior.

“Yo he visto a mi madre quitarse sus zapatos para dárselos a otra gente”, expresa orgullosa Ema, hija de la Sra. María Soledad. “Me ha tocado ver gente muy agradecida, gente que de repente nos dice que tiene tres o cuatro días con pura agua porque tienen a sus familiares en el hospital, no tienen dinero para comer, y nadie se acerca a ofrecerles un taco”. También recuerda como su madre con gran fuerza de voluntad mantuvo durante un mes a 14 indígenas en su casa, brindándoles un techo, una cama en donde dormir y una mesa en donde alimentarse, mientras sus familiares se recuperaban en el hospital. Ella dice que aún no se explica como lo logró, pues su economía era muy limitada.

Después de preparar los alimentos, los llevan hasta el Hospital Civil de Tepic donde en una jardinera acomodan los vasos y platos que poco a poco distribuyen entre las familias indígenas y de escasos recursos que se acercan a comer.

“Se trata de ayudar a la gente que realmente lo necesita y es muy bonito, te dan ganas de traer mucho más para darles”, dijo con gran satisfacción la señora Lucía Puebla quien también participa en esta labor; mientras que otra de ellas, la señora Ubaldina, comentó que no sólo se les dan alimentos, sino que también en ocasiones se les ayuda a encontrar algunos medicamentos y acercarse a las instancias necesarias para tratar de solucionar sus problemas.“Con mucho amor y con toda la confianza vienen a comer, les ponemos en una bolsita un panecito para su cena, les ponemos todo porque nos merecen todo nuestro respeto y apoyo, y con mucho amor a ellos los atiendo yo”, añadió.

La gratitud de quienes reciben la comida es evidente. Algunos de ellos no probarán alimento hasta que sus bienhechoras regresen.

“Venimos desde muy lejos y a veces no hay el dinero para comprar y no hay quien nos ayude”, comentó Hilario Sandoval, indígena coraquien tenía cuatro días en Tepic a donde llegó procedente de El Nayar para atender a un familiar enfermo.

“Es mucha ayuda para la gente que se le acaba el dinero aquí, comprando medicinas y lo que ocupan”, mencionó otro de los comensales.

Quienes se enteran de lo que hace el grupo de benefactoras aplauden la ardua labor de estas mujeres.“Lo que hacen nos debería servir de ejemplo a todos, no me imagino ni cómo consiguen lo que aquí regalan, pero a mí me ponen el ejemplo de que organizados podemos hacer algo para cambiar las cosas” declaró Sergio Antonio Vargas Bañuelos, quien acudía al hospital a visitar a una amiga cuando lo entrevistamos.

Aunque no esperan recibir la ayuda del gobierno, doña Chole y sus aliadas son conscientes de que su labor sería más fácil si tuvieran forma de resolver algunas carencias. Se necesita un congelador para evitar que los alimentos se descompongan, láminas y un costal de cemento para cocinar en una nueva parrilla que recientemente adquirieron, dos termos y algunas otras cosas.

“Aceptamos la ayuda de cualquier persona que lo haga de buena voluntad”, asegura Doña Chole“Pero no queremos que nadie se aproveche de esto. Si vas a donar o vas a dar algo como político lo tienes que dar de corazón, aquí no va entrar ni el verde, ni el azul, ni el amarillo, aquí va entrar la persona a traernos de corazón lo que quiera traer”, mencionó Ema Ortiz.

Esta alentadora historia de vida nos dejaesa enseñanza: Al compartir la mesa, al ayudar al prójimo se deben de olvidar colores, razas y creencias, simplemente debemos de desprendernos de algo que va beneficiar más a otras personas que a nosotros mismos. Esparzamos una semilla de esperanza en Nayarit. Apoyemos a los que menos tienen.

Si deseas ayudar o dar donaciones al trabajo social que hace esta familia, contáctanos. Tu ayuda es importante. contacto@dominiopublico.mx

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