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Falleció Matilde Domínguez, sufragista y pionera del voto femenino en Nayarit

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Este lunes, falleció Matilde Domínguez Dávila, reconocida impulsora de la participación de mujeres en política y una de las primeras promotoras del voto femenino en Nayarit.

Sufragista y activista social, por su larga y fructífera trayectoria recibió varios reconocimientos, como la medalla  María Lavalle Urbina. El Partido Revolucionario Institucional instituyó la medalla que lleva su nombre con la que distingue a destacadas militantes; también fue distinguida  por el Senado de la República como una de las 50 mujeres más influyentes de Nayarit.

En Tepic, a  la edad de 96 años dejó de existir Doña Maty, como era conocida. Dedicó 30 años de su vida a la administración pública, en la secretaría de Turismo inicia el programa Nayarit Hospitalario y “Ángeles Verdes” y en el IMSS fungió como directora fundadora del Centro de Seguridad Social para el Bienestar Familiar, entre otras importantes actividades.

A manera de homenaje  y despedida, René Ruiz, director general de Dominio Público y nieto dedica unas sentidas líneas a la memoria de su querida abuela,  aquí el texto íntegro.

Matilde Domínguez: Una vida dedicada a servir

No he conocido a nadie como ella. Su paz y sabiduría desde niño me impresionaron. Admiraba su comportamiento dulce, correcto y amable en toda circunstancia. Su manera de ver las cosas era tan clara que acudí a pedirle consejo en distintas etapas de mi vida. Siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes cruzaron por su camino. Su vida fue tan fructífera que hace un par de años en ocasión de sus 94, cuando entrevisté para un documental a algunos de sus muchos conocidos, me enteré del gran cariño que muchas personas le tenían. No eran meros amigos o amigas; todos ellos habían sido influenciados por ella en su vida personal y profesional. Había sido maestra de vida de más personas de las que yo esperaba y eso me llenó de orgullo.

“Hijo, cuando alguien te pide un peso, lo que tienes que hacer es invitarlo a comer” me dijo en una ocasión. Entendí entonces, a mis ocho años, la razón de que a la casa de mi abuela, en León y amado Nervo, en pleno centro de Tepic, estuvieran siempre llegando indígenas a los que nunca se les negó un plato de comida. ¿Está la seño Maty? Preguntaban. Así le decían.

Luego supe que conoció a muchos coras y huicholes que la consideraban su amiga cuando junto al profesor Jaime Buentello, recorrieron la sierra para rescatar los bailes tradicionales de nuestro estado. Aquel ballet folclórico fue reconocido internacionalmente y pusieron muy en alto las costumbres y tradiciones de Nayarit. Esa era otra de sus pasiones: La riqueza cultural y artística de nuestro estado.

Conforme fui creciendo, en mis frecuentes visitas al estado, me enteré de muchas otras aportaciones de mi “yayita” (como le decíamos cariñosamente todos sus nietos y bisnietos) al estado de Nayarit.

Era una visionaria. Fue promotora del voto femenino. Pugnó por organizar a las mujeres para participar en las actividades de su partido, en los tiempos en que el PRI era amo y señor del destino de los mexicanos. Luchó por el derecho al voto y por que hubiera espacios para las mujeres en la política. Y lo logró.

Fundó y fue directora del Centro de seguridad social y bienestar familiar y del Seguro Social, donde se daban talleres para los hijos de los asegurados. Creó los cursos para mujeres en el DIF en la búsqueda de que la mujer fuera generadora de sus propios ingresos. También pugnó por erradicar la violencia intrafamiliar y por eso se comenzaron a dar pláticas de orientación psicológica a las parejas.

Dirigió la casa de la cultura en dos ocasiones, brindando espacios para el arte y la cultura y para el desarrollo de los creadores nayaritas. En la secretaría de Turismo, fue fundadora del programa “Nayarit hospitalario” que operaba durante los periodos vacacionales para organizar a los prestadores de servicios y brindarle la mejor atención al turista. A ella le correspondió poner en marcha también a los “ángeles verdes”, incluso gestionó y consiguió para Nayarit una ambulancia que daba apoyo en carreteras a los visitantes. Muchos de los programas dedicados al turismo que hoy funcionan en el gobierno estatal, fueron impulsados por ella y quienes laboraban entonces en la dependencia. Hace casi 50 años, cuando en rincón de Guayabitos no existía gran infraestructura turística, organizó a los restauranteros, hoteleros y otros prestadores de servicio para que obtuvieran un mejor ingreso y al mismo tiempo dieran servicios de calidad. Como en todas partes donde trabajó, hizo grandes amigos.

“Es una injusticia que nunca fuera diputada” Me han dicho varias veces los amigos que la conocieron. En su búsqueda de que nuestro país fuera mejor, impulsó muchas campañas a favor del partido en el que creyó la mayor parte de su vida, el PRI, del que pensaba que era capaz de hacer de este un país más justo. Gobernadores, diputados y otros funcionarios le reconocieron su trabajo en el partido, del que a pesar de sus años de trabajo diario y desinteresado, nunca recibió una candidatura, a diferencia de muchos vivales y arribistas inexpertos y mal preparados. A ese respecto, desde aquí reitero lo que siempre pensé: Ella tiene la conciencia tranquila, el PRI no.

Una muestra del amor que le tenía a las tradiciones, fue la puesta en escena de una pastorela tradicional totalmente nayarita que se dio el gusto de hacer teniendo como actores a sus nietos, sobrinos e incluso bisnietos (Mi hijo actuó de niño Dios en la última representación). Esa fue una hermosa experiencia de amor a nuestra cultura popular, que todos los involucrados recordamos. Sin otra retribución que el rescate y la difusión de esa tradición, se dio a la tarea de integrar un guión que surgió de las pastorelas viejas representadas en los barrios de acayapan y el santuario en Tepic y del municipio de santa María del Oro. Luego se hicieron detallados trajes para cada uno de los personajes (incluidas alas con plumas reales para el ángel) y finalmente luego de meses de ensayos diarios, se llevó la representación a foros de todo el estado. Lo hicimos por varios años.

 

De la misma manera, todas las navidades de los últimos 60 años (O más) instalaba en el recibidor de su casa un enorme nacimiento con figuras a escala que recreaba el momento en que Jesús llegó al mundo. Este era uno de los retablos más grandes y bellos de la ciudad y mucha gente se congregaba a verlo. Tenía un río con agua natural y más de 25 metros cuadrados de figuras de pastores, animales, los reyes magos y el pesebre donde el 25 de diciembre se ponía la figura del niño Dios. Cuando por la edad ya no le fue posible ponerlo ella misma, supervisaba mientras los demás le ayudábamos. “Es para que la gente recuerde lo que pasó en navidad y se ponga contenta” me decía cuando le preguntaba para qué tanto esfuerzo cada año en poner el nacimiento.

Hoy, que me despido físicamente de ella, así como lo quería: con aquel retablo del nacimiento que ponía cada diciembre, también recuerdo lo que pasó durante su vida, sus enseñanzas, su orientación, su cariño por nosotros, por los demás y por Nayarit. Hoy recuerdo los momentos a su lado. Tuve el privilegio de que me enseñara a vivir y se lo agradezco. Y también, me pongo contento al celebrar su vida.

/Angélica Cureño/reportera

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