Aumenta la producción petrolera, a pesar de la emergencia climática

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Los científicos suenan la alarma con mayor urgencia y la gente comienza a darse cuenta: el 73 por ciento de los estadounidenses encuestados por la Universidad de Yale a fines del año pasado dijeron que el cambio climático es real, según da a conocer un reporte especial de The Economist acerca de lo que pasa con las empresas petroleras y el cambio climático.

La izquierda del Partido Demócrata quiere colocar un “Nuevo Acuerdo Verde” en el corazón de las elecciones este 2020; a medida que cambian las expectativas, el sector privado muestra signos de adaptación, al grado que el año pasado cerraron alrededor de 20 minas de carbón.

Los administradores de fondos hacen que las empresas se vuelvan más ecológicas y Warren Buffett está apostando 30 mil millones de dólares en energías limpias y Elon Musk planea llenar las carreteras de los Estados Unidos con autos eléctricos.

Sin embargo, en medio del clamor hay una verdad única y discordante. La demanda de petróleo aumenta y la industria energética, en todo el mundo, planea inversiones multimillonarias para satisfacerla.

Ninguna empresa expresa mejor esta estrategia que ExxonMobil, el gigante que los rivales admiran y los activistas verdes odian, que estima bombear un 25 por ciento más de petróleo y gas en 2025. Si el resto de la industria persigue un crecimiento incluso modesto, la consecuencia para el clima podría ser desastrosa.

ExxonMobil muestra que el mercado no puede resolver el cambio climático por sí solo, sino que se necesita una fuerte acción del gobierno. Durante gran parte del siglo XX, las cinco grandes petroleras (Chevron, ExxonMobil, Royal Dutch Shell, BP y Total) tuvieron más influencia que algunos países pequeños.

Las compañías petroleras, directamente y a través de grupos comerciales, presionan contra medidas que limitarían las emisiones de gases de efecto invernadero. El problema es que, de acuerdo con una evaluación realizada por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), la producción de petróleo y gas necesita caer en aproximadamente un 20 por ciento para 2030 y en 55 por ciento para 2050, para evitar que la temperatura de la Tierra aumente más de 1.5 grados Celsius por encima del nivel preindustrial.

Sería un error concluir que las empresas de energía son malvadas; responden a los incentivos establecidos por la sociedad. Los rendimientos financieros del petróleo son más altos que los de las energías renovables y por eso la demanda mundial de petróleo crece entre 1 y 2 por ciento anualmente, similar al promedio de las últimas cinco décadas.

Sin embargo, las mayores empresas petroleras son vilipendiadas por los activistas climáticos, muchos de los cuales conducen automóviles y toman aviones. No solo es legal para estas compañías maximizar las ganancias, sino un requisito que los accionistas quieren se haga cumplir.

Algunos esperan que las compañías petroleras se dirijan gradualmente en una nueva dirección, pero sería imprudente confiar en innovaciones brillantes para salvar el día. La inversión global en energías renovables, a 300 mil millones de dólares al año, se ve eclipsada por lo que se está comprometiendo con los combustibles fósiles. Incluso en la industria automotriz, donde se lanzan decenas de modelos eléctricos, se espera que el 85 por ciento de los vehículos usen motores de combustión interna en 2030.

A pesar de mucha publicidad, los compromisos recientes de las compañías petroleras con los inversores verdes siguen siendo modestos.

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